Estimados amigos: Antes que
nada quiero agradecer en nombre de todos los miembros de También
quiero agradecer a Por cierto
debo confesarles que a la familia le causó gran sorpresa enterarnos de la
publicación de este libro en México. Todo sucedió cuando mi hermano Fernando
salía de una reunión en el Centro Plaza y al pasar frente
a una librería oteó de reojo un pequeño libro con el título de Mi Padre el
Inmigrante que nunca había visto. Inmediatamente entró y conversó con el
librero quien también por casualidad, le comentó, había tenido conocimiento de
la edición y había importado unos cuantos ejemplares. Fernando compró varios
libros y al llegar a su casa nos llamó a Beatriz y a mí para preguntarnos si
sabíamos o habíamos autorizado la edición del mismo y ambos le respondimos con
la misma extrañeza que no teníamos conocimiento del hecho. Sin embargo, al
comenzar a ojear y leer los textos incluidos la sorpresa se convirtió en una
gratísima sorpresa, en especial por este nuevo homenaje que se le rendía en
México a nuestro padre y la difusión de su poesía en ese país; la inclusión en
el mismo del libro Liras, del cual como dije anteriormente no conservábamos
ningún ejemplar y por la brillante y profunda presentación escrita por Jacqueline
Golberg a quien quiero públicamente agradecer y
felicitar por la calidez y belleza del texto. Como
ustedes saben Vicente nació en Canoabo En Canoabo
vendieron lo poco que les quedaba y se trasladaron a Valencia en donde realiza
diversas labores. Trabajó en el banco de Venezuela, fue vendedor en los pueblos
aledaños, así como otros trabajos para poder mantener a su madre y a su pequeña
hermana. Sin embargo el germen de la poesía ya había entrado en él. Publica sus
primeros poemas los diarios de Mi abuela
había montado una pensión para ayudarse, mientras mi padre que vivía con ella, y para esa época tendría
21 o 22 años, seguía realizando trabajos que cada vez lo aburrían o lo
agobiaban más. La poesía cada vez penetraba más en él. Los estudios, las
lecturas, las tertulias, las conversaciones con otros poetas y escritores, las
reuniones con otros artistas lo alejaban más de los monótonos y tormentosos
trabajos que tenía que realizar. Una tarde, como a las 6 enrolló el colchón de
su cama, se lo llevó al hombro y sin despedirse de nadie se marchó de la
pensión y fue a parar al taller del pintor Leopoldo Lamadriz
y como lo narra el gran periodista argentino -
No volveré a la pensión de mi madre. Ella dice que la
poesía no sirve para hacer mercado. Permaneció
algún tiempo más en Valencia, pero pronto decidió venirse a Al llegar
a Caracas aceptó, junto a su amigo -
“A cualquier parte, con tal que sea lejos de este mundo –
cree Vicente que le dijeron, repitiendo a Beaudelaire.” Consiguieron
un pretexto para planificar el viaje y este fue montar en ciudad de México una
exposición del libro venezolano cuya fecha fijaron para mediados de 1937. La
idea resultó novedosa para la opinión pública, pues en nuestro país
prácticamente no existían editoriales y los creadores para poder publicar un
libro tenían que conseguirse un mecenas o correr con un golpe de suerte. Mi
padre estaba atravesando precisamente ese problema. Había terminado de escribir
su primer libro Vigilia del Náufrago y no tenía como publicarlo. Algunos
amigos los ayudaron. Por ejemplo El Ateneo de Caracas decidió patrocinar un
festival cinematográfico. Rufino Blanco Fombona les proporcionó dos mil
bolívares y así otras manos benefactoras, entre ellas, según recuerda mi
hermano Fernando nos contó papá, hasta el gobernador del Distrito Federal, no
se si se llamaba así para la época esa entidad federal, colaboró con algo. Pero
como podrán comprender fue muy poco lo que pudieron recoger. Quiero
hacer aquí una digresión que tiene relación con la manera con lo cual voy a
concluiré más adelante estas palabras. A raíz de la muerte de Gómez, Vicente
también comenzó a interesarse por Así pues,
pocos días antes de la navidad se embarcaron con sus cajas de libros rumbo a
Panamá. De allí siguieron en tren, en
autobús y quien sabe que otros medios de transporte hasta llegar a un pueblo
mexicano, fronterizo con Honduras, en el cual los detuvo un teniente al llegar,
pues no tenían visa de entrada a México. Pasaron la primera noche en un
calabozo de ese pueblucho. ¡Imagínense como sería¡ Sin
embargo, contaron con la suerte de la curiosidad del joven oficial que se
preguntaba cual era el contenido de esas extrañas cajas, por las cuales los
detenidos no hacían sino preguntar por ellas. Claro, si las perdían fracasaba
el viaje. Al amanecer, el oficial los hizo comparecer a su oficina y comenzó a
interrogarlos por el motivo del viaje, como habían llegado a ese olvidado
pueblo y, por supuesto por el contenido de las cajas. Al poder explicar ellos
que iban a montar una feria del libro venezolano en ciudad de México y que lo
que traían eran libros de reconocidos autores venezolanos y cintas
cinematográficas, el militar se entusiasmó, pues resultó que era un hombre
joven medianamente culto, aficionado al arte. Tal fue su emoción que los dejó
en libertad bajo la condición de que no podía abandonar el pueblo hasta que
recibieran la autorización para entrar a tierra mexicana. Su llegada
a la gran ciudad fue todo un acontecimiento. Inmediatamente se hicieron íntimos
amigos de los famosos hombres que para aquel momento dirigían la liga la Liga
de Escritores y Artistas Revolucionarios. Hay que recordar que para aquel
momento se libraba en España la cruenta guerra civil. Todos abominaban el fascismo
y engrandecían a La
exposición fue un éxito, pero el dinero se acabó. Vicente tuvo que trabajar
para poder subsistir. Consiguió un empleo como oficinista del Sindicato de
Tranviarios, en donde el corto tiempo que estuvo, se interesó por el
sindicalismo y llegó a ocupar cargos ejecutivos dentro de la organización. Pero
pronto se dio cuenta que tenía que regresar y no sabía como hacerlo. Pensaba
mucho en la joven que había conocido años atrás en Valencia, Consuelo Orta,
nuestra madre. Así que un día renunció al sindicato y se fue a Acapulco a ver
como podía embarcarse para Venezuela. Por esas
cosas del destino, en Acapulco entró a un bar y pidió un trago. Seguramente
sería tequila. El bar estaba prácticamente desolado. Solo al otro extremo de la
barra había un hombre también bebiendo. Al poco rato papa levantó su copa y
mirando al hombre le dijo ¡salud¡. El hombre le
respondió cordialmente y se acercaron para entablar conversación. El hombre de
inmediato se dio cuenta que Vicente no tenía acento mexicano y le preguntó que
hacía allí y él le respondió que iba para Venezuela pero no sabía como hacerlo
pues no tenía dinero. A lo que el hombre, con un marcado acento catalán, respondió: -
Que casualidad. Mañana zarpo para ese país. Mi barco está
anclado en el muelle y soy el capitán. Vicente
pagó su pasaje con largas tenidas con el capitán catalán. Hablaban de
literatura, de la guerra civil, leían a Ya en el
país fue a pedirle trabajo a su amigo el poeta -
Estás contratado A partir
de ese momento comenzó a estabilizarse. Trabajaba como periodista. Fue uno de
los fundadores de En 1938 se
celebraron las primeras elecciones municipales libres y el PDN triunfa
arrolladoramente en Caracas. La primera junta directiva municipal estuvo conformada,
por el eminentísimo abogado Don A finales
de ese año, el 26 de noviembre contrajeron matrimonio Vicente y Consuelo. Por
cierto, no se si la noche de la boda o en los días posteriores se escondieron
en la casita que habían alquilado los más famosos perseguidos políticos de la
época: Rómulo Betancourt y Alejandro Oropeza Castillo, padre adoptivo de la
famosa periodista Isa Dobles. Claro, quien se iba a imaginar que esos dos
personajes se iban a esconder y arruinar la luna de miel de una pareja de
recién casados. Pues bien, nos contaba mamá que la noche de navidad ellos
salieron a pasar la festividad en casa de mi abuela con las hermanas de mama.
Los perseguidos aprovecharon para recibir a algunos compañeros y amigos y
seguramente se tomaron algún traguito y comieron algún manjar navideño. Al día
siguiente algunos vecinos le manifestaron a mama su extrañeza porque los habían
visto salir y, sin embargo, en la casa se sentían voces y ruidos y Consuelo con
gran chispa les respondió: - Es que
yo soy muy devota de las ánimas benditas del purgatorio y cada vez que salgo de
la casa siempre se las encomiendo para que me la cuiden –como comprenderán más
nunca nadie le preguntó más nada al respecto. Mis padres
permanecieron casados por espacio de 52 años, hasta el fallecimiento de mi
madre, la mujer de los helechos, como Vicente la llamara. Él murió en cierta forma
ese mismo día, el 3 de abril de 1990, pero quiso Dios que su corazón latiera
hasta el día de los inocentes de 1992. Cumplo así
con el deseo que nos solicitara la ya muy querida Jacqueline Golberg de relatar algunas anécdotas de mi padre y
agradezco profundamente en nombre de la familia este caluroso homenaje. |